Historia de Avalokiteshvara, el bodhisattva de la compasión:

Se cuenta que, hace innumerables eras, mil príncipes hicieron el voto de convertirse en budas. Uno de ellos decidió llegar a ser el Buda que conocemos con el nombre de Gautama Siddharta; Avalokiteshvara, empero, hizo el voto de no alcanzar la Iluminación hasta que todos los otros mil príncipes se hubieran convertido en budas. Además, en su infinita compasión, hizo también el voto de liberar a todos los seres conscientes de los sufrimientos de los distintos reinos del samsara, y formuló la siguiente plegaria ante los budas de las diez direcciones: "Que pueda ayudar a todos los seres, y si alguna vez me canso de esta gran obra, que mi cuerpo se destruya en mil pedazos". En primer lugar, se dice, descendió a los reinos infernales, y luego fué ascendiendo gradualmente, pasando por el mundo de los espíritus hambrientos, y así sucesivamente hasta llegar al reino de los dioses. Una vez allí, volvió la vista hacia abajo y consternado descubrió que, aunque había salvado a innumerables seres del infierno, seguían cayendo otros seres en número igualmente incalculable. Esto lo sumió en el más profundo pesar, y por un instante casi perdió la fe en el noble voto que había hecho, de manera que su cuerpo estalló en mil pedazos. En su desesperación, Avalokiteshvara pidió ayuda a todos lo budas, que acudieron a socorrerle desde todas las direcciones del universo, en forma de una suave ventisca de copos de nieve, según dice un texto. Con su gran poder, los budas volvieron a reunir los pedazos, y a partir de entonces Avalokiteshvara tuvo once cabezas y mil brazos, y un ojo en la palma de cada mano, como símbolo de esa unión de sabiduría y medios útiles que es la marca de la auténtica compasión. Bajo esta forma, era aún más resplandeciente que antes y dotado de un mayor poder para ayudar a todos los seres, y su compasión se volvió aún más intensa mientras repetía una y otra vez este voto ante todos los budas: "Que no alcance el estado final de buda hasta que todos los seres conscientes alcancen la Iluminación". Se cuenta que en su pesar ante los sufrimientos del samsara le cayeron dos lágrimas de los ojos, lágrimas que, por la bendición de los budas, se convirtieron en las dos Taras. Una es Tara en su forma verde, que es la fuerza activa de la compasión, y la otra es Tara en su forma blanca, que es el aspecto maternal de la compasión. El nombre Tara significa "la que libera"; la que nos transporta a la otra orilla del océano del samsara.

Una explicación del mantra de Avalokiteshvara, el Buda de la Compasión:

Por S.S. el XIV Dalai Lama (que según el budismo es una reencarnación de Avalokiteshvara, el bodhisattva de la compasión)
Es muy bueno recitar el mantra Om Mani Padme Hum, pero mientras lo haces debes estar pensando en su significado, porque el significado de las seis sílabas es grande y vasto.
La primera está compuesta por tres letras: A, U, y M. Estas simbolizan el cuerpo, el habla y la mente impuros del practicante; también simbolizan el cuerpo, el habla y la mente puros y exaltados de un buda.
¿Pueden el cuerpo, el habla y la mente impuros transformarse en el cuerpo, el habla y la mente puros? ¿O están completamente separadas? En todos los casos, los budas fueron seres como nosotros, y entonces, gracias al camino se iluminaron. El budismo no afirma que alguien desde el principio estuviera libre de faltas y poseyera todas las buenas cualidades. La purificación del cuerpo, el habla y la mente llega a través del abandono gradual de los estados impuros y su transformación en lo puro.
¿Cómo se logra esto? El camino se indica en las siguientes cuatro sílabas. Mani significa joya y simboliza los factores del método: la intención altruista de iluminarse, la compasión, y el amor. Así como una joya es capaz de eliminar la pobreza, la mente altruista de la iluminación es capaz de eliminar la pobreza o las dificultades de la existencia cíclica y de la paz solitaria. De igual forma, así como una joya cumple los deseos de los seres sintientes, también la intención altruista de llegar a la iluminación satisface los deseos de los seres sintientes.
Las dos sílabas, Padme, que significan loto, simbolizan la sabiduría. Así como un loto crece en el lodo sin ensuciarse con las faltas de éste, la sabiduría es capaz de ponerte en una situación sin contradicciones, donde de cualquier otra forma habría contradicción si no tuvieses sabiduría. Existe la sabiduría que comprende la impermanencia, la sabiduría que comprende que las personas están vacías de autosuficiencia o existencia sustancial, la sabiduría que comprende el vacío de la dualidad –esto es, la diferencia de entidades entre sujeto y objeto– y la sabiduría que comprende el vacío de la existencia inherente. Aunque hay diferentes tipos de sabiduría, la principal de todas éstas es la sabiduría que comprende el vacío.
La pureza debe lograrse mediante la unión indivisible entre el método y la sabiduría; dicha unión está simbolizada por la última sílaba, Hum, que indica indivisibilidad. De acuerdo con el sistema del sutra, esta indivisibilidad del método y la sabiduría se refiere a la sabiduría afectada por el método, y al método afectado por la sabiduría. En el vehículo del mantra, o tantra, se refiere a una conciencia donde existen en forma completa ambas, la sabiduría y el método como una entidad indiferenciable. En términos de las sílabas semilla de los Cinco Budas Conquistadores, Hum es la sílaba semilla de Akshobya, el inamovible, el no fluctuante, aquel que no puede ser perturbado por nada.
Así, las seis sílabas, Om Mani Padme Hum, significan que a partir de la práctica de un camino, que es la unión indivisible del método y la sabiduría, puedes transformar tu cuerpo, tu habla y tu mente impuras en el cuerpo, el habla y la mente puras y exaltadas de un buda.
Se dice que no debes buscar la budeidad fuera de ti, las sustancias para el logro de la budeidad están dentro de ti. Como dice Maitreya, en el Sublime Continuo del Gran Vehículo (Uttaratantra), todos los seres tienen intrínsecamente la naturaleza búdica en su continuo mental. Tenemos dentro de nosotros la semilla de la pureza, “la esencia de aquellos que han ido” (Tathaghatagarbha), que debe ser transformada y desarrollada completamente en la budeidad.